sábado, 27 de junio de 2009

CARTA AL POLITICO félix j. eguía


Señor:

Vd. representa la pseudo-democracia por ser político. ¡Qué cosas! No lo entiende. Normal. Sólo entiende lo suyo cuando le conviene. Perdone que no le haya dicho por qué. No me refiero a que sea autoritario, sino a ese germen letal que le acompaña a su función pública desde que decidió afiliarse a un partido. Lo mismo pasa con las sectas, entras virgen y sales neurótico. Vd. no se ve, pero le ve el rival de su ideología. El opositor tampoco se ve, pero le ve Vd. del mismo modo que él a Vd. La democracia no existe, aunque permita una amplísima libertad para pensar lo que se quiera y actuar como se quiera. Bueno, lo de pensar, siempre y cuando no se piense en voz alta rozando la heterodoxia de las siglas, y además no ocupa lugar; lo de actuar, aquello que está marcado, o sea, sin molestar la voluntad de la ideología, que nadie sabe quien es, porque no deja de ser un espectro fantasmal.En estas bodas de plata de la Constitución Española, políticamente hablando, lo que se ha vivido ha sido un mero ensayo de la democracia. Vd. descansa en el pueblo que le votó y el pueblo se cansa de que no entienda su voto, a pesar de que reitera una y otra vez que lo que hace es lo que quiere el pueblo. Si comete un absurdo, lo pide el pueblo; si acierta, lo quiere el pueblo. Siempre está el pueblo en todo aquello que hace por Vd. mismo, por sus siglas, por su ideología.Sólo en campaña electoral son todos iguales en la promesa con matices de número, de tiempo, de empuje. Se trata de un tiempo corto en que no actúa como político sino como un soñador que deja de serlo una vez que es elegido, instante en que despierta de la utopía para convertirse en esclavo de la ideología, disfrazada de hada buena, capaz con su varita mágica, como un Papá Noel por un día, de cumplir los sueños del pueblo, mejor dicho, de medio pueblo, aunque Vd. tenga la sensación de que le votó todo el planeta. Se dice que por ideología según tratados antiguos, designa unas veces la “ciencia de las ideas o conceptos”, y otras, algo así como un sistema abstracto de ideas sin correspondencia con la realidad. Vd. pertenece a este grupo último. Con un añadido que aumenta su gravedad: como es creer que la ideología es un dogma. No lo dice, pero obra en esta dirección. Prueba de ello es que los demás están equivocados, y Vd. en la equivocación está en lo cierto, en la verdad. Luego, pasado un cuatrienio que dura casi un siglo para el que no piensa como Vd., porque lo quiere el pueblo, asume el gobierno otro partido de distinta ideología. Se derriba todo lo anterior y se traza un nuevo proyecto contrario, pues las siglas de su ideología no concuerdan con las suyas. O sea, la verdad tiene cuatro, ocho, doce años. Y la proyección política es siempre parcial. Lo de la soberanía popular es un camelo, un sofisma. Vd. sabe que no hay continuidad cuando, sobre la base de la legitimidad del refrendo, tiene la sartén por el mango y cocina a su gusto y preferencia personal sin preocuparse de si la sal se ajusta al paladar del pueblo que automáticamente ha dejado de ser voz para criticarle su falta de justeza. En la campaña era un dependiente del pueblo; después de la campaña, el dueño y hace lo que quiere. Lo que quiere es que nadie viole su ideología a la que pertenece, ahora que está de moda, genéticamente. (Ahora resulta que no hay error en el proceder humano, que todo es genético)Sonrío cuando, por cien, dos, un voto más actúa en nombre de la mayoría dando entrada a los que no le han votado. Cincuenta más uno son cincuenta y uno, mayoría sobre cien. Vd. va actuar como si le votara cien, pues de quedarse con el cincuenta y uno, medio país quedaría a las puertas de su deseo. No se ofenda, es un mal a escala universal. No deja de ser un consuelo, según el refrán conocido. No escribo el refrán porque me parece una imbecilidad. Resulta que a mí me duele la cabeza o que no me llega el sueldo a fin de mes. Dado que esto lo padece mucha gente no me preocupo en tomar una aspirina o de pedir ayuda, porque les pasa lo mismo a los demás.

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